Acab dijo a Jezabel la noticia de todo lo que Elías había hecho y de cómo había matado a espada a todos los profetas. Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero para decirle "Traigan los dioses sobre mí el peor de los castigos, si mañana a estas horas no he puesto tu vida como la de uno de ellos".
Viendo Elías el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida. Al llegar a Beerseba, que está en Judá, dejó allí a su criado.
Después de caminar todo el día por el desierto, fue a sentarse debajo de un enebro (retama). Entonces se deseó la muerte y dijo "Basta ya, Jehová, quítame la vida, pues no soy mejor que mis padres".
Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; pero un ángel lo tocó y le dijo: "levántate y come".
Miró y vio a su cabecera un torta cocida sobre las ascuas y una vasija de agua; comió, bebió y volvió a dormirse. Regresó el ángel de Jehová por segunda vez, lo tocó y le dijo: "levántate y come, porque un largo camino te resta".
Se levantó, pues, comió y bebió. Fortalecido con aquella comida anduvo cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb (más conocido como Sinaí), el monte de Dios.
Allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Llegó a el la palabra de Jehová, el cual le dijo
- ¿Que haces aquí, Elías?
Él respondió:
- He sentido un vivo celo por Jehová, Dios de los ejércitos, porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a espada a tus profetas. Solo yo he quedado y me buscan para quitarme la vida.
Jehová le dijo:
- Sal fuera y ponte en el monte delante de Jehová.
En ese momento pasaba Jehová, y un viento grande y poderoso rompía los montes y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Tras el viento hubo un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Tras el terremoto hubo fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego se escuchó un silbo apacible y delicado. Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con su manto, salió y se puso a la puerta de la cueva. Entonces le llegó una voz que decía:
- ¿Qué haces aquí, Elías?
Él respondió:
-He sentido un vivo celo por Jehová, Dios de los ejércitos, porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a espada a tus profetas. Solo yo he quedado y me buscan para quitarme la vida.
Jehová le dijo:
- Ve, vuelve por el mismo camino, hacia el desierto de Damasco. Llegarás y ungirás a Hazael como rey de Siria. A Jehú hijo de Nimsi lo ungirás como rey de Israel, y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, lo ungirás como profeta para que ocupe tu lugar. Al que escape de la espada de Hazael, Jehú lo matará, y al que escape de la espada de Jehú, Eliseo lo matará.
Pero haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal y cuyas bocas no lo besaron.