Lo gris de esta urbe se tiñe de colores y vida por aquellos transeúntes, ellos quienes son la sangre que pasan por las calles, las venas de nuestra metrópoli.
Desde lo mas top a lo marginal, en nuestra capital se encuentra gran cantidad de personajes, cada uno de ellos tiene su propia vivencia y se forma un gran relato, la historia de nuestra ciudad.
Cuando regresaba de pagar los dividendos, me fui por varias galerías hasta llegar al centro, allí pasé por fuera de varias oficinas en las cuales trabajaron mis padres, crucé la avenida, vi a lo lejos un kiosko, se me hizo muy familiar, pues, de chico siempre iba a comprar allí, al frente, mi ex colegio, los mejores años de mi vida, me meto por un pasaje, llego a una capilla, allí me bautizaron. Tomo la micro donde antes lo hacía para volver a mi casa, casi llegando, veo el restaurante donde trabajé y pienso : "todo lo que fuí y soy está aquí."
Tú no te das cuenta de todo esto, eso es porque vas con tu mente en lo tuyo, la mirada a la nada y sólo escuchas tu propio ritmo, es decir, haz hecho invisible todo lo demás. Los únicos que se percataban de mi presencia son los otros fantasmas que con una sonrisa de cordialidad pareciesen saludarme y contarme toda su historia de vida y con mi mirada, contestarles con lo mismo.
Hoy, todos tenemos una identidad y la hacemos notar, tu color de vestuario, tus accesorios, tu manera de caminar e inclusive, si estás exento de ello, aclaras a los demás tu poco interés de vestuario, todo lo que haces y lo que no haces, es percibido por todo nosotros los fantasmas que estamos atentos de todos tus movimientos.
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